domingo, 22 de mayo de 2011

Guía de Estudio N° 1: Imperialismo en el siglo XIX

Aprendizajes esperados:  
  • Diferencian conceptos de imperialismo y colonialismo.
  • Comprenden orígenes y características del Imperialismo.
  • Discriminan antecedentes, causas y consecuencia del Imperialismo.
  • Identifican tipos de colonización.

Imperialismo en el siglo XIX (1870 -1914)
Uno de los procesos claves que se dan en la Sociedad Europea Finisecular (de fines de Siglo XIX) se relaciona con la presencia del Imperialismo. Este se define como la forma más compleja de expansión ya que supone la ventaja militar (no necesariamente bajo conquistas terri­toriales), y se expresa en la influencia económica, política, ideológica y cultural, de una potencia sobre un país o conjunto de países. A diferencia del fenómeno imperialista, el concepto Imperio se refiere a la expansión territorial de un país o Estado, sustentada en la conquista militar, principalmente, bajo la continuidad territorial. Existen también otras formas de dominación, por ejemplo, se encuentra el Colonialismo, referido a la instalación de un establecimiento comercial o militar fuera del territorio de un Estado y cuya finalidad es controlar una ruta comercial y/o la explotación de recursos naturales.

Debemos considerar que:

Imperialismo y colonialismo son dos términos que habitualmente utilizamos para referirnos al establecimiento de un régimen de dominación de un estado sobre otro. Sin embargo, ambos remiten a fenómenos distintos, que presentan connotaciones también diferentes.
El imperialismo implica la subordinación de un estado o territorio con respecto a otro, no sólo bajo los márgenes de una dependencia política o económica de la población, sino también cultural. Bajo estos parámetros, un patrón lingüístico, valórico, religioso, una cosmovisión completa se impone sobre otra, transformándose de esta manera en un modelo oficial que generación tras generación termina siendo asimilado, en mayor o menor grado por la población sometida, como natural y propio.
Cuando no existe una penetración cultural, sino que más bien, la dominación efectiva se restringe sólo al ámbito meramente administrativo o formal; es decir, bajo formas de subordinación económica y política solamente, hablamos de un fenómeno distinto: el colonialismo.



Orígenes y fundamentos del imperialismo europeo.

El gran impulso que dio inicio a esta nueva fase expansiva debemos buscarlo principalmente en la dinámica que imprimió a Europa el capitalismo industrial, de la mano de la nueva realidad geopolítica que impuso en el continente los principios de equilibrio territorial, armamentístico y de legitimidad que siguieron al congreso de Viena (1815). Por una parte, la situación de equilibrio obligaba a las potencias a dominar territorios extraeuropeos para manifestar su poderío, y por otra, rotos los grandes monopolios comerciales, el intercambio alcanzaba un dinamismo sin precedentes.

 Económicos:

Las nuevas necesidades que imprimió a las naciones europeas el desarrollo de la industrialización, desde mediados del siglo XVIII, demostraron la limitación que presentaban los mercados internos. Era necesario abastecerse de materias primas, cada vez más baratas y abundantes, para mantener el ritmo de crecimiento y producción, y satisfacer así la creciente demanda de los mercados europeos, a la par de la necesidad de encontrar nuevos puntos de distribución de los excedentes de producción a las manufacturas, como un mecanismo para controlar los precios.
 

Culturales:

La expansión determinó el desarrollo de una lógica de dominación, ya no sustentada en el principio religioso solamente, sino en supuestos científicos e ideológicos, que presentaban a la Europa occidental como la cúspide del desarrollo y el progreso, obligándola a dirigir una “misión” de civilización mundial. El hombre blanco artífice de este desarrollo, ofrecía una vida de confort y bienestar material a los no blancos.

Demográficas:


A lo largo de los siglos XVIII y XIX, el mundo experimentó un crecimiento poblacional espectacular, lo que obligo a reubicar en distintas partes del orbe los excedentes de población, iniciándose una serie de migraciones desde el viejo continente, hacia América primero, y luego hacia África, Oceanía y Asia. Se desarrollo el concepto del espacio vital. Los avances en la medicina, disminuyeron considerablemente la mortalidad de la población. El bienestar general, logrado en las primeras fases de la revolución industrial acelero el crecimiento, aportando abundante mano de obra y mercados de consumo, pero determinando a su vez, una mayor demanda de productos.

Habitantes en el Mundo en el siglo XIX,  por continentes (en millones de habitantes):

 

 

 

 

Políticas

La expansión entrego prestigio internacional; mientras más posesiones de tenia, mayor potencia expresaba la nación. En gran medida, la conquista de nuevos territorios también se utilizó como instrumento político al desviar la atención de la población hacia conflictos externos, liberando a las clases dirigentes de la presión social que implicaban las graves desigualdades que provocó la industrialización y la migración.

 Tecnológicas


El desarrollo de redes de comunicación cada vez más eficientes, como el ferrocarril, la navegación a vapor, el telégrafo y el teléfono, ampliaron el horizonte nacional hacia realidades distantes, pero que se fueron integrando progresivamente a la propia, unificándolas. 


ORGANIZACIÓN DE LOS IMPERIOS COLONIALES
Varió según las circunstancias y el lugar, adoptando diversas variantes: desde las relaciones diplomáticas a la simple conquista acompañada del exterminio de los pueblos aborígenes. El uso que se dio a los territorios sojuzgados también varió.
Hubo diferentes formas de dominación y organización colonial:
Las colonias de administración directa
Territorios que por el derecho de conquista habían caído en la órbita de la metrópoli. Ésta imponía sus funcionarios y sus instituciones, organizando la administración. Fueron las más extendidas.
Protectorados
Territorios donde se respetaba el gobierno indígena responsable de la actividad interior del área, mientras la política exterior y militar era gestionada por la metrópoli. En la práctica, al seguir las directrices marcadas por ésta, los protectorados quedaban sujetos a la soberanía de la potencia con la que habían pactado. Fue un modelo utilizado por Francia (Marruecos) y Reino Unido (Birmania).
      
Dominios
Territorios con mayoría de colonos respecto a la población indígena que consiguieron un amplio autogobierno limitado por un gobernador metropolitano. Fueron los casos de Canadá, Australia y Nueva Zelanda respecto a Gran Bretaña.

Territorios metropolitanos
Considerados como una prolongación de la metrópoli. Fue el caso de Argelia con respecto a Francia.

Concesiones
Territorios cedidos o alquilados por estados independientes a la metrópoli, codiciados por su interés estratégico o comercial. Fue el caso de China que, tras la Guerra del Opio, hubo de ceder algunos de sus puertos (Hong Kong) al Reino Unido.




  Los imperios coloniales





Los principales imperios coloniales fueron el británico y el francés, aunque otros países como Alemania, Bélgica o Italia también se apoderaron de territorios. Estados Unidos y Japón impulsaron también su expansión imperial.


El imperio británico

Gran Bretaña formó el mayor imperio colonial de la época. El imperio británico agrupaba en 1914 el 20 % de la superficie de la Tierra y el 25 % de la población mundial. Sus colonias estaban repartidas por todos los continentes, muchas localizadas en puntos estratégicos fundamentales (Gibraltar, Suez, Singapur, Hong Kong) que convertían a Gran Bretaña en dueña de las rutas marítimas mundiales.

La India fue la colonia principal a causa de su gran variedad de riquezas, como té, especias y algodón. Para asegurar la ruta hacia la India, los británicos se hicieron con el control de Suez y Egipto, y para protegerla frente al avance ruso y francés conquistaron territorios en Asia. En África, Gran Bretaña avanzó desde el sur, desde su colonia de El Cabo, hacia el norte, intentando enlazar con Egipto mediante un corredor continuo vertical. Este inmenso imperio se completaba con la posesión de Canadá y de gran parte de Oceanía y de los archipiélagos del Pacífico.


Otros imperios europeos

El imperio francés constituyó el segundo imperio en importancia y dimensiones. En África, la expansión francesa comenzó en el litoral mediterráneo con la conquista de Argelia y Túnez y con el establecimiento de un protectorado en Marruecos; después obtuvo importantes territorios en el centro y el oeste del continente. En Asia, las grandes adquisiciones francesas se produjeron en Indochina.

Alemania e Italia se incorporaron tarde a la expansión imperialista, ya que hasta 1870 no habían logrado su propia unidad nacional. Ambos países consiguieron algunas colonias en África. También en África, el rey Leopoldo de Bélgica logró una colonia: el Congo.

Rusia no conquistó territorios al otro lado del mar, sino en los límites de sus fronteras: incorporó Siberia, se extendió hasta el Himalaya y la India y llegó a territorio chino a mediados del siglo XIX.

Los imperios no europeos

Estados Unidos logró su imperio tras derrotar a España en 1898, con lo que ocupó Filipinas y Puerto Rico y pasó a controlar Cuba. Además, inició una expansión económica que hizo depender a los países americanos de la economía estadounidense.

Japón impulsó su expansión en Asia tras su rápida industrialización desde 1868. Japón se enfrentó a China y Rusia, a las que derrotó, con lo que se anexionó Formosa y Corea, y creó un protectorado en Manchuria.



     

 

 Consecuencias del Imperialismo

Consecuencias para los pueblos colonizados

En el orden político, la colonización introdujo elementos de la civilización europea: las bases de una administración moderna y un modelo de organización política. Pero se trazaron las fronteras de los imperios sin tener en cuenta las diferencias tribales, lingüísticas o religiosas de las poblaciones autóctonas, lo que provocó conflictos tras la descolonización.

En el orden económico se impuso una economía basada en la agricultura de plantación y en la explotación de las minas. Los campesinos indígenas fueron desposeídos de sus tierras por las compañías privadas y los artesanos no pudieron resistir la competencia de los productos europeos.

En el orden social, la colonización provocó la ruptura de la sociedad tradicional. Una burguesía europea se instaló en los niveles más altos de la escala social y los indígenas, considerados seres inferiores, fueron marginados: se los obligó a vivir en barrios separados, se les prohibió la entrada en ciertos lugares, etc. Como dato positivo, la mortalidad disminuyó al introducirse las prácticas sanitarias europeas.

En el orden cultural, la imposición de la civilización occidental en las colonias originó una profunda crisis de las culturas autóctonas. Además, las elites indígenas estudiaron en universidades europeas y se occidentalizaron. Curiosamente, de esta elite occidentalizada surgieron los líderes del movimiento descolonizador.


Consecuencias para los pueblos colonizadores

En el orden económico, la expansión imperialista permitió a las potencias continuar su crecimiento. Las metrópolis se aprovisionaron de materias primas en las colonias, a las que vendieron sus manufacturas; y obtuvieron enormes beneficios con la construcción de ferrocarriles, carreteras y puertos en Asia y África, y con la explotación de las plantaciones.

En el orden cultural, la expansión colonial extendió la cultura occidental por todos los continentes y permitió, también, el conocimiento de otras civilizaciones. Sin embargo, las culturas de los pueblos colonizados no siempre fueron valoradas en su justa medida y esta ignorancia contribuyó a confirmar en los occidentales su sentimiento de superioridad.


Consecuencias Internacionales

Los intereses coloniales jugaron un papel cada vez mayor en las relaciones entre las grandes potencias, creando enfrentamientos que contribuyeron al estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914.

La «teoría del equilibrio» iniciada en el siglo XVIII se alteró tras la unificación de Alemania. Además, la política exterior de Guillermo II se centró en conseguir un imperio colonial.

Inglaterra percibió la actitud alemana como una amenaza a su hegemonía mundial y se acercó a Francia. En la década de 1890 se alcanzaron pactos que dividieron el continente en dos bloques.

Los países parecían prepararse para la guerra: incrementaron los gastos militares y la duración del servicio militar, y fomentaron el belicismo y la exacerbación del patriotismo nacionalista desde la prensa y las escuelas. A la vez, aumentaron los conflictos de carácter limitado (en Marruecos, en los Balcanes, etc.).


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario